viernes, 30 de enero de 2015
II
Que este descenso de la niebla
tu paso sereno:lo cubra,
afuera la luciérnaga baila,
no sabe a qué ritmo
pero sabe que el peso de la danza
derrota al de las tenebrosidades
y que a diferencia suya;
ellas jamás
aprendieron a volar.
Sabe la forma en que la ola se rompe
cuando los granos de arena se conjugan.
Y todo aquello
por lo que se emprende una cruzada
y es bueno:
el beso,
el contacto de mi dedo con tu cabello,
el abrazo,
el afecto,
el hálito del frío,
este polvo metido en la zapatilla de una ninfa.
Creélo, mi niña.
Créelo,
como sólo pueden creer
los que aman.
Las derrotas definitivas son un monstruo,
pero resplandecemos
y nos enseñaron que los monstruos no existen.
domingo, 11 de enero de 2015
I
Pensar que el latido del polvo
es un ángel
que a tu paso quiere sumarse;
afuera
la ventana grita luces: alumbra gotas,
un escarabajo maldice la hora
en que fue a visitar a sus parientes.
No creas
que no cala hasta la médula
este impacto del autobús de las necedades
o que tu hermano
dejó de serlo
porque lo nombraste y no pudo llegar a tiempo.
Escuché a su hueso romperse,
oí su grito,
por un minuto su dolor
era el mío,
no podemos no estar ahí.
Quince olvidos y una canción en hebreo.
Después...
Vengo a poner un milagro
de nubes empolvadas y humedad
sobre sus iris.
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